En estos días una gran cocinera que pertenece a mi brigada, me preguntó el porqué de mi afición a la cocina con muchas verduras y vegetales, frutas e hierbas. Yo no lo había pensado como algo escogido con intensión, sino que por el contrario se me vino dando solo.
Aunque estuve en una familia con costumbres de alimentación normal, ya entrada a mi adolescencia mi madre a su vez entró a un mundo más vegetariano y con un borde hacia el naturismo, con lo que me fueron presentando sabores, cocciones y diferentes maneras de ver a la alimentación y todo su entorno. No mejores ni peores, sino simplemente diferentes.
Uno de los productos o vegetales que recuerdo haberme negado a comer, era el coliflor. Su olor simplemente me daba repugnancia y quizás no lo caté debidamente. Ahora debo confesar (y con mucha alegría por parte de mi progenitora) que es uno de los ingredientes que más disfruto y que más versatilidad puede tener.
Nosotros en Malabar preparamos unos ñoquis de papa servidos con salsa cuatro quesos, solo que a esta salsa con variedad de quesos le agregamos una crema muy ligera de coliflor y luego en el plato le incorporaremos dos texturas más del mismo (flores salteadas y su tallo finamente rebanado y a penas cocido) y terminado con semillas o bayas de cacao amargo.
Siguiendo con esta misma tendencia vegetariana queremos y estamos ya terminando los últimos arreglos para hacer un menú de degustación que sea completamente sin proteínas animales. Es un reto y una buena oportunidad de demostrar que es mucho más difícil hacer ver que las verduras y vegetales en general no solo son complementos o “contornos” de los platos y que por el contrario hay cada vez más posibilidades de trabajar con estas maravillas.
domingo, 15 de abril de 2007
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2 comentarios:
Fíjate, me pasa con la coliflor lo mismo que a ti de pequeño, hasta que esta Semana Santa viajé al País Vasco. En un restaurante pequeñito de Hondarribia comimos por menú. Me dicen que la entrada es un estofado de setas y gambas con crema de colilor. Me imaginé un estofado con un cordón de coliflor y acepté comerlo. Al llegar a la mesa era crema de coliflor con tropezones de setas y gambas estofadas. Casi me da un infarto pero inmediatamente dejé de lado el prejuicio y probé la sopa. Nunca pensé que me iba a gustar tanto tanto tanto una crema de coliflor. Sencillamente sublime. El estofado era claro, quiero decir, a pesar del color marrón de las setas y el naranja de la gamba, la crema blanca y sedosa no se enturbiaba. Intuyo que, igual que en tu plato, algo de queso añadirían a la crema, lo justo para darle cuerpo y para que los sabores no entraran en conflicto o confusión. Y no sigo porque me dan ganas de irme otra vez a Euskadi!
cariños!
Aunque yo no soy muy amantes de las verduras y vegetales, creo que ese menú degustación puede ser atractivo y hasta seria capaz de probarlo
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