martes, 10 de abril de 2007

Desde hoy abra una hornilla apagada en los fogones caraqueños. Ayer dejó de acompañarnos y de mostrarnos sus creaciones culinarias una gran y bella persona que todo el que lo conocía no podía dejar de quererlo y sentirlo como un buen amigo. Lo conocí hace algún tiempo, compartimos buenos ratos mientras estábamos cocinando junto a Helena y desde allí nos hicimos amigos. Hace algún tiempo ya que nos habíamos distanciado por excusas y falta de tiempo de ambos, pero estoy segurísimo que de una u otra forma siempre sabíamos el uno del otro por medio de amigos comunes.
Siempre que pasan desgracias como esta, uno medita y se da cuenta de lo poco que valora y respeta las cosas, amigos y demás situaciones que vivimos día a día.
Así que no dejemos que sea demasiado tarde para rectificar.

Sé que seremos muchos los que extrañaremos y echaremos de menos a Alfredo.