domingo, 13 de mayo de 2012

Día materno, pero cargado de sabores y recuerdos.

Cada día que pasemos de nuestras vidas deberíamos tener pensamientos que nos hagan mover hacia mejores rumbos. Esos pensamientos deben tener una gran carga de agradecimiento con la vida y esas bellas cosas que poseemos y pocas veces nos detenemos a valorar realmente. Si de agradecer debemos hay siempre personas que han hecho quienes somos y de seguro quienes seremos a través de nuestro vivir.
 Lógicamente que las madres son y serán buena parte de esas recomendaciones e ideas que nos harán y darán para formarnos.
 A demás de eso ellas son las principales responsables de nuestra alimentación y con ello la memoria gustativa que nos facilitará esos valores ideales de salud y hasta felicidad.
 Comenzando con la magnífica leche materna que debería ser obligatoria en cada vida humana (salvo excepciones que no vienen al caso ahora), ya que está más que estudiado y demostrado que contiene y provee de todos esos nutrientes que necesitamos para crecer y formar nuestro cuerpo.
  De mi madre y abuela recuerdo mil sabores, algunos no tan agradables como la primera y única vez que hizo hallacas...
 Pero si de algo sabía mi abuela y enseñó a la Chela es de hacer ñoquis o gnocchi. No hay recetas, sino una sapiencia visual y de tacto donde se aprende a conocer la papa ideal con su carga de fécula y cuanta harina necesitará para aglutinar dicha masa para que al cocinarse sea etérea, suave y ligera. Luego el acompañante de dichas almohadillas feculosas será muy personal y optativo. De hecho en casa siempre se servían con dos salsas, una nápoli sencilla y suave y otra de crema emulsionada, claro que siempre terminada con queso parmesano (reggiano en lo posible).
 A demás de estos cojines de papa mi mamá siempre tiene un as bajo la manga para subirme el ánimo y alegrar el día. Sus grandiosas milanesas servidas con puré de papas y ensalada de tomate son ideales para cada momento, aunque terminan siendo un vicio y casi imposibles de parar de comer. En ellas usa siempre un elemento que cada vez que huelo me trae su imagen a la mente.
 Perejil, muy picado es la clave para unas geniales milanesas.
 Seguro que cada persona tiene sus olores favoritos o los que le hagan traer memorias, pensamientos y recuerdos agradables cercanos a los familiares que queremos.
 Recomiendo que nos detengamos a oler, saborear y pensar en esas cosas que nos llevamos a la boca o cerca de la nariz, ya que ello nos hará crecer esa memoria gustativa que tanto hago hincapié y que estoy seguro que nos marca tal cual cédula de identidad.
Hoy día dedicado a las madres, oleré perejil para recordarme de la Chela y soñar con sus milanesas.

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